Algunos de los pregones de nuestras fiestas patronales

Cada año, con motivo de las Fiestas Patronales de San Roque, tenemos el honor de que una persona escogida especialmente para esta labor, escriba algunas líneas sobre nuestro pueblo. En agradecimiento a ellos, queríamos dedicar este espacio de nuestra web a todos esos pregoneros que han ido pasando por las fiestas de Olmedilla; dedicando con ilusión y cariño por nuestro pueblo, su tiempo y esfuerzo a todos nosotros. Unos nos hablan de datos históricos sobre Olmedilla, otros sobre vivencias… pero todos ellos nos hacen conocer un poco más sobre las grandes o pequeñas historias que juntas conforman la identidad Olmedilla de Alarcón. Muchas gracias de nuevo a todos ellos, y disculpen la ausencia de muchos de los pregones que se echan en falta; la página se irá renovando según estos vayan siendo localizados entre nuestros archivos.

 

PREGÓN 1993. ANGEL DE DIOS RUBIO

Reina de las fiestas, damas de honor, señoras, señores, amigos todos. Buenas Noches. Con este sencillo y emotivo acto de proclamación de la Reina y sus damas de honor, han dado comienzo un año más las Fiestas Patronales de Olmedilla de Alarcón, en honor de San Roque, un nuevo bache de alegría en la serpenteante carretera de nuestra existencia.

Como toda buena fiesta que precie de serlo, es menester iniciar el conjunto de actividades programadas para los próximos días con unas palabras de introducción y exaltación de las virtudes y vicisitudes olmedillanas; es lo que recibe el nombre de pregón, que según el diccionario quiere decir: “discurso literario que se pronuncia en público con ocasión de alguna festividad o celebración”. Hemos de resolver, a priori, que tipo de pregón conviene glosar aquí y ahora, esta noche festiva agosteña; es decir, modelo papel higiénico, político, televisivo, romay, pitufo etc,. Yo he elegido el modelo “aquí estoy yo porque he venido” es decir, yo hablo, vosotros escucháis y luego, cuando hayamos terminado, todos a la farmacia a por aspirinas. En esta ardua, interesante, comprometida y humilde tarea estamos.

Hace ya muchos años, cuando mi época de estudiante en Landete me hacía pasar por este pueblo en la “catalana”, no podía imaginar entonces que algún día mi futuro estaría aquí, junto al paseo y la fuente, como un olmedillano mas, aunque siento que después de 15 años todavía siga oyendo de algunos labios la palabra más odiada e incomprensible, la palabra forastero.

Podría hablaros, paisanos de la Olmedilla, de las profundidades de vuestra historia, de los yacimientos celtiberos existentes en el cerro de la torre, de vuestro nacimiento como pueblo a principios del siglo XIII, como una aldea perteneciente al territorio de Alarcón, una vez conquistada su fortaleza a los almorávides por las tropas de Alfonso VIII y su repoblación posterior por las tropas cristianas. No se puede hablar de la existencia de Olmedilla sin hacerlo a su vez de la del extinto pueblo de Gascas, infortunadamente anegado por las aguas a mediados de este siglo que ahora mismo supone que más de la mitad de los vecinos de Olmedilla sean oriundos de la fenecida Gascas. Precisamente sus repobladores fueron unos soldados de la Gascuña francesa enrolados en el ejercito cristiano, lo que dio nombre al pueblo y el apellido Gascón a algunos de sus descendientes. El nombre de Olmedilla significa “pequeño lugar poblado de olmos”; como vemos; ya ninguno de los dos nombres tiene que ver algo con la realidad. Podría seguir hablando, pero no quiero seguir recordando nada del pasado, tan lejano e indiferente, porque el ayer es una huella soluble y vuestra mirada debe estar dirigida al futuro, vuestras manos al trabajo presente y vuestra sonrisa mas irónica en firme ademán de pisotear la desilusión, el sufrimiento y el fracaso.

Querría hablaros, amigos olmedillanos, del renacer de un pueblo a base de sudores anónimos y esfuerzos colectivos a través del tiempo, mirando a la tierra que ofrecía lo mejor de su fruto, oteando en el cielo la nube amenazadora y traidora, a pesar de lo absurdo de un pantano que está ahí y no podemos tocar, de un pantano que se lleva a Valencia nuestras aguas, parte de nuestro futuro y hasta nuestro alcalde. Olmedilla de Alarcón es hoy un pueblo de 254 habitantes, de los que 150 viven dentro del casco urbano, con 196 casas-habitadas 73-, con 55 abonados a Telefónica, 636 fincas, 88 coches, 36 tractores y 1574 hectáreas de cultivo, principalmente vid, girasol y cereales, un pueblo con 28 escolares y 10 estudiantes, 25 jubilados y 7 minusválidos, situado a mitad de camino entre Motilla y Valverde, Entre Cuenca y Albacete, a mitad de camino del progreso y situado en el mismo centro de la nada. Hablo de un pueblo aletargado durante el invierno que explota al llegar agosto y los forzosos emigrantes, donde todo se limita a luchar por la supervivencia, aprovechando al máximo el maltrecho campo que dejan las aguas, un pueblo que recibe al que llega a trabajar, a descansar, a divertirse, a compartir sus esfuerzos y esperanzas con los brazos abiertos y la sonrisa en bandolera. Hablo del rojizo bostezar del sol en lentos amaneceres aupados en un escalofrío, del ruidoso despertar en vuestras faenas laborales cotidianas, de las tardes de partida en el casino, del barrio y refrescado de calles cuando las mujeres haces repaso oral a los primeros cuchicheos del día, del continuo batallar en el campo bajo un impenitente sol o un frio lacerante, de los inviernos de mesa-camilla y julepe pesetero, del opaco silencio de esas noches sumidas en la monotonía de la existencia, del canto multisonoro y frágil de la campana que , desde la atalaya de la iglesia, se abalanza en ondas circulares hacia los cuatro confines del pueblo, de la soledad que nos envuelve cuando el verano emigra, de vuestra vida cotidiana por las calles del Barrio Arriba, Cuesta del Cura, Telares, Marqués del Turia, del deambular trabajoso por los cotos, la Serrata, las Tajás, Cañada Honda, corral del Pintao, hoya de Don Juan, de vosotros Herreros, García, Gascón, López, Martínez, Redondo, Romero, Ruiz, Socuellamos, Vergara, Zamora, que tantas veces habeis refrescado la sed en Ikas fuentes de la teja, encaño de Don Juan, el Presón, Nueva, Hontanar, de tantas y tantas cosas huérfanas en la memoria. Mas no tengo que hablaros de vuestros que haceres que, día a día, van rellenando de huellas el vacio de la historia, ya que sobran palabras cuando abundan los hechos, cuando sobresalen las personas, la solidaridad y la sencilla comprensión de sabe que estáis aquí y que queréis seguir viviendo, que, en noches como esta, dais un puntapié todos los años al dolor.

Podría hablar de vuestras virtudes y defectos, pero no creo ser nadie apropiado como parte interesada y parcial para hacerlo y además, ello no sería ni verdad ni mentira en su globalidad, ni tan siquiera se puede hablar desde la lejanía y el desconocimiento; hay que venir a la Olmedilla convivir con vosotros y entonces llegar a la conclusión de que no hay pueblos mejores o peores que otros, sino personas que naces, viven, sufren y se van como en todas partes, con la esperanza de haber dejado aquí su individualidad y sus esfuerzos desparramados bajo el mismo sol de todos y de siempre. Pero si querría lanzar al espacio que nos envuelve, en este pregón a media luz, la voz de la justicia y la reivindicación a todos vuestros problemas más cercanos. Olmedilla es un pueblo aislado en una zona empobrecida por el paro y la emigración, reivindicando su existencia a todas las instancias de la nación, elevando su voz entre la inhóspita selva de peticiones de estos pueblos abandonados desde siempre por las directrices políticas gobernantes; el girasol, la vid, las desaprovechadas aguas del pantano, el sudor anónimo, el contribuyente olmedillano espera ansioso la ayuda de los estamentos correspondientes, porque resulta triste pensar que ha podido sobrevivir un pueblo anegado por las aguas, herido de muerte por la continua emigración, sin terreno (la mayoría pertenece a cuatro personas) donde cultivar el mañana, sin los mínimos servicios públicos, sin opciones culturales, sanitarias, profesionales o de ocio, servicios que indudablemente merecéis y que infatigablemente habréis de lugar por ellos.

El motivo principal, amigos míos, del pregón de esta noche debería ser hablaros de vuestras fiestas, de las diferentes actividades programadas con ilusión, sin apenas ayudas y comprensiones ni internas ni externas, de unas fiestas sin vaquillas, sin atracciones feriales, sin grandes derroches de imaginación y, sobre todo, vuestras, sufragadas por cada uno de vosotros y que deben ser participativas y vividas días a días. Vivid las fiestas, amigos, como si ella fuese la vida y nosotros sus inquilinos. Hemos de ensalzar también la belleza acostumbrada de nuestra reina Ana y sus damas de honor, percibir sus miradas brillantes y sus sonrisas juveniles, el aroma intacto de sus ilusiones, su presencia blanca y deslumbrante en cada uno de los acontecimientos programados para las presentes fiestas de agosto en honor de nuestro patrón San Roque. En Olmedilla toda la vida cambia durante cinco días y cinco noches, aunque los bolsillos se resientan y las fuerzas se agoten.

Son las de la noche, una hora menos en Valverdejo. Podría seguir hablando con vosotros durante 37 horas más, pero la noche se cierne sobre el reloj y sobre nosotros como lluvia de primavera. Se impacienta la muchachada. Se carcajean las moscas aterrizando impunemente sobre el velódromo de nuestras narices. Se mastica el cansancio. Se preparan los tomates para premiar la actuación de este humilde pregonero. Me observáis todos con cara dubitativa y os veo a punto de echaros a llorar. Solo me resta despedirme de todos vosotros para siempre jamás con estos breves y chapuceros poemas festivos:

A esta fuente hemos llegado

Cuatrocientos en cuadrilla,

Todos querríamos sentarnos

Pero… no tenemos sillas.

¿No es verdad Ángel de Dios

Que en esta apartada orilla

Han empezado de nuevo

Las fiestas de la Olmedilla

¿No es verdad que en estas fiestas

Patronales de Olmedilla

Habrá muchos actos y bailes

Pero faltarán las vaquillas

Soy pregonero y pregono

Las fiestas de la Olmedilla

Las mejores de la comarca,

De Valverde hasta Motilla.

De tantos y tantos bailes

Que ningún extraño se espante,

Que arrastraremos el cuerpo

Hasta que el bolsillo aguante.

De orden del señor alcalde o vengo a solicitar

Que deis fiesta a la parienta y pelillos a la mar,

Que os olvides de la crisis mientras duren las fiestas

Que no iremos a la ruina por hacer un gasto extra.

De orden del señor alcalde hago saber al personal

Que en estos días festivos está prohibido currar,

Que nadie saque el tractor ni aperos en general,

El campo esta de huelga pues son fiestas de guardar.

¡Que viva la reina de las fiestas,

Que vivan las damas y el personal,

que nos olvide el ministro de Hacienda

que Olmedilla abre sus puertas

a todo el que quiera entrar,

que para llenar este bache

se admite a todo Barchín,

Valverdejo y hasta Buenache.

“Comed con ganas y con pasión

Tened compasión de vuestro cuerpo,

Bebed hasta que os duela el aliento,

Bailad hasta que se dispare la tensión,

Cantad llenos de sentimiento,

Y no dejéis nunca sediento el desierto del amor”

El pregón llega al final, ¡gracias a Dios!

¡Podéis ir en paz!

Estuvo con vosotros… Ángel de Dios.

 

PREGON DE LAS FIESTAS 2003. FLORENCIO CASAMAYOR RUIZ.

Como decimos en las FUERZAS ARMADAS, solicito permiso de su Majestad, la Reina, para iniciar el Pregón de Fiestas “San Roque- 2003”.

Queridos amigos: Los que sois de Olmedilla y estáis aquí, los que estáis y no sois , los que son y no están, y los que en otro tiempo fueron de Omedilla y de alguna forma están hoy con nosotros en nuestro recuerdo agradecido.

En toda cultura, civilización, historia de cada nación, pueblo, y persona hay un ayer y un hoy, un antes y un después.

UN AYER- UN ANTES-

No hay lugar a duda que el nombre de Olmedilla, por lo que todavía queda, responder a una población rodeada y donde abundan bastantes olmos. Bástenos echar una mirada desde el mismo limite con Buenache, en el puente de la Cañada, y por todos los alrededores del pueblo, preferntemente rio abajo hacia el pantano contemplaremos acá y allá grupos de olmos y chopos que se levantan cual centinelas y vigías dando belleza y variedad a estas tierras rojizas y agrietadas.

Unas vegas que copiosamente respondías a las aspiraciones e ilusiones de los vecinos hortelanos, que en otro tiempo suponía la mayor parte de sus ingresos familiares. Entre ellas gozaba de una fama especial Gascas por la calidad de su horticultura.

Olmedilla, fruto de una perfecta simbiosis entre gasqueños y olmedillanos, pero todavía se puede adivinar y apreciar la etnia gasqueña por su gran altura, como si sus antepasados hubieran sido una raza de gigantes. Y algo de esto debió ser cierto por los restos arqueológicos encontrados en las proximidades de Gascas el año 1965: una gran NECRÓPOLIS de incineración de la Edad del Hierro, íntimamente ligada con otra descubierta en Buenache de Alarcón. El hallazgo se produjo al descender el nivel de las aguas del pantano, cuyo pie de presa dista de este pueblo unos 8 km. En el Museo Arqueológico de Cuenca se pueden ver restos de los materiales recogidos. Restos óseos, cerámicos y de metal (bronce y hierro), pinzas, tijeras y fíbulas hispánicas. Figuras de cerámica a mano y torno con las líneas generales de la Edad de Hierro. Destaca especialmente un vaso campaniforme y varias vasijas de cerámica gris, con aplicaciones de pintura roja y a pincel y en ocasiones se combina la pintura propia del mundo ibérico y andaluz con las impresiones y estampillado característicos de la meseta norte que evidencia el influjo de ambas zonas.

La fecha de antigüedad de esta NECRÓPOLIS se remonta al s. VI a.d.C.

Y después de esta reseña histórica de la NECROPOLIS quiero recordar un hecho que posiblemente bastantes de los presentes lo recuerden: Caída de un meteorito en 1929. El día 26 de febrero de 1929 a las 12:30 cayeron en el término municipal de Olmedilla de Alarcón al menos ocho trozos de meteoritos. Algunos de ellos estuvieron a punto de impactar con los campesinos que labraban sus campos en aquellos momentos. Se percibieron dos fuertes explosiones, que se pudieron oír en un radio de 50km. En una zona de 7km de largo por 3 km de ancho se recogieron muchos trozos. En el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid se conserva el mayor de los recogidos, que pesa aproximadamente unos 40kg. Actualmente está dividido en dos fragmentos de 31 y 8 kg.

POBLACION DE OLMEDILLA.

Hurgando en el ayer, en el pasado podemos apreciar que la población de Olmedilla ha experimentado importantes cambios a lo largo de los últimos cuatro siglos.

Hasta 1591 (98 habitantes) población predominantemente rural. En esta época se producen periódicas epidemias por lo que no aumenta la población. Hay unos pocos señores muy ricos y muchos jornaleros pobres.

De 1591 a 1787 (596 habitantes) este ascenso de la población se debe a la mejora de alimentación y la desaparición de la rata negra vehículo de transmisión de la peste.

De 1787 a 1900 (334 habitantes) empieza a modernizarse el campo con la consiguiente superpoblación del campo, con un exceso de mano de obra obligado a trabajar en situaciones desfavorables. Se emigra a zonas industriales españolas o las colonias de América recién independizadas.

De 1900 a 1960 (568 habitantes) en estos 60 años la población de Olmedilla experimentó un aumento de población considerable debido a:

1.- Un descenso de mortalidad y una disminución del número de emigrantes.

2.-Un aumento de la superficie cultivada destinada al cultivo de cereales. Todavía no se ha introducido la maquinaria moderna lo cual produce un aumento de mano de obra en el campo y el crecimiento de la población rural.

3.´Al quedar Gascas inundado por las aguas del Embalse de Alarcón, la mayoría de sus vecinos, con buenas relaciones anteriormente con los Olmedillanos, vienen a avecindarse en Olmedilla, aumentando considerablemente la población.

Y aparcando el ayer de Olmedilla nos situamos en el PRESENTE y en el HOY:

Es una villa, con una población de 155 habitantes. A partir de 1960 se produce una considerable disminución debido a las corrientes migratorias a las grandes ciudades. La mayor demanda de mano de obra para la industria y la mecanización del campo han hecho que el país llevara a cabo todo el proceso de éxodo rural, que actualmente se ha detenido pero a dejado un población agraria muy envejecida.

Las labores de cereales y viñedo únicas fuentes de ingreso de la población, se realiza gracias al colectivo de jubilados.

Existen unos núcleos de población flotantes anejos al pueblo, tales como “las Casetas de Iberdrola, El Romeral, Casa la Era, y Camping”

Tal vez se pueda pensar que el vivir en Olmedilla es algo monótono y aburrido, nada más falso y erróneo: Hazte un croquis mental y date un paseo por el término y no saldrás de sorpresa en sorpresa: Fuente Cuesta del Burro, donde podrás darte un ecológico paseo por las choperas circundantes y saborear la fresquísima agua que sale por sus manquillas; los Hontanares: Lugar plagado de pequeñas fuentes; Fuente la Teja: Apreciadísima por sus cualidades para la cocción de legumbres; Puente El Presón: Con sus originales cascadas en momentos de mucha lluvia; Cuevas de la Serrata: Con sus estalactitas y estalagmitas y paraíso de esos apreciadísimos caracoles blancos que a más de uno le ha costado algún susto y disgusto.

No podíamos pasar por alto ese emblemático Paseo testigo mudo de tantas promesas de amor y fidelidad entre enamorados. ¡Ay si esos olmos, viejos guardianes de la seguridad y del orden de Olmedilla en otro tiempo orgullo y envidia de muchos pueblos, levantaran la cabeza y pudieran hablar… cuantos relatos, cuantas horas de pelar la pava y cuantos tiritones pasados al refugio de esos viejos olmos.

¿Y qué diríamos de ese espacio tan bien acondicionado y tan natural como es la Fuente? Es el lugar de celebración de los grandes acontecimientos: paella, caldereta, baile de fiestas y partidas de truque entre las parejas más famosas y mas apasionadas del pueblo.

Y finalizamos, queridos amigos cantando y ensalzando a San Roque con las Fiestas en su honor y que hace que durante cuatro días nuestro pueblo se plague de “marquesas”, “sirenas”, “reinas”, “damas” y “caballeros muy apuestos”. Que esta luz que el santo salpica sobre todos nosotros sea la tónica general de estos días, donde nadie debe sentirse forastero. No necesitamos de esa lluvia de estrellas fugaces que se dan en agosto en nuestro cielo azul, porque aquí tenemos una reina de las fiestas Marta, estrella polar y una constelación de damas y galanes que son estrellas y luceros que alegrarán y lucirán en todos los actos de las Fiestas de nuestro pueblo. “VIVA SAN ROQUE 2003” ¡VIVA OLMEDILLA!.

 

PREGÓN DE LAS FIESTAS 2004. JOSE MARÍA TOLEDO DÍAZ.-

OLMEDILLANOS, OLMEDILLANAS.

Autoridades. Vecinos y vecinas. Amigos.

Estos días vais a celebrar las fiestas en honor a vuestro patrón, San Roque, y como inicio de las mismas, hoy, sábado 14 de Agosto, habéis tenido la deferencia de compartir conmigo unos minutos.

Agradezco profundamente a Pilar, vuestra Alcaldesa y a toda la corporación municipal, que me hayan brindado la oportunidad de ser pregonero.

Porque, no existe mayor honor en las fiestas de nuestros pueblos que ser pregonero de ellas, y este honor lo llevaré siempre conmigo.

Hoy pregono las fiestas de vuestro pueblo como conquense, ya que así es como me siento, ligado a esta tierra nuestra, no sólo por raíces sino también por mi condición de Diputado Provincial, desde el cual intento, y os aseguro que pongo todo el empeño en ello, luchar porque esta provincia sea cada día más importante y tenga el prestigio y el lugar que merece. El prestigio y lugar que merece vuestro pueblo y todos y cada uno de los pueblos que forma Cuenca.

Olmedilla de Alarcón, está grabado en mi memoria unido a las interminables y siempre placenteras tardes de diversión que pasé en el Pantano en mis años de niñez y primera juventud.

Junto a mis amigos, organizábamos excursiones, a veces no exentas de riesgo, sin lugar a duda fruto de la inconsciencia de aquellos años, cuya primera parada era el bar de la carretera, en el que repostábamos para saciar la sed.

Conservo anécdotas de aquellos días que no os contaré, porque de lo contrario pudiera caer en el riesgo de parecer el “abuelo cebolleta”, pero muchas de ellas las recordamos cuando de tarde en tarde, (ya todos casados, con hijos y muchas obligaciones), nos juntamos los amigos.

Sin duda, vuestro pueblo y vuestro entorno tiene guardado un rincón especial en el recuerdo de este pregonero, donde se guardan los momentos inolvidables de la vida, esos que se cuentan a los hijos y a los nietos en las tardes de invierno.

Porque, aunque muchos crean lo contrario, los que vivimos en un pueblo y más si tiene un entorno como el vuestro, somos unos privilegiados, y así debemos considerarnos.

Buscando información en Internet para elaborar este pregón encontré una frase sobre Olmedilla que resume a la perfección este sentimiento. (Es posible que su autor esté aquí entre nosotros), cito textualmente:

“El pueblo de Olmedilla de Alarcón se caracteriza en primer lugar porque allí no existe el tiempo, no hay estrés, no hay ruidos, no hay contaminación, no hay delincuencia, no hay tráfico, y en fin un montón de cosas más que siempre nos encontramos en los núcleos urbanos; y lo que sí que hay es silencio, paz, tranquilidad, y todas esas cosas que desde las ciudades vamos buscando”.

Este es el reflejo de un pueblo, el pueblo en el que vivís.

Me gustaría, de verdad, que hubiese leído esta frase el publicista que ha ideado el anuncio de una conocida cadena de bocatería, en el que de una forma ridícula y casi ofensiva (por lo menos a mí me lo parece), se dice “esto es de pueblo”.

Si, somos de nuestros pueblos y vivimos en ellos.

Y queremos ver crecer y progresar a todos ellos, pero sin que ese desarrollo necesario nos haga perder ni una “pizca” de nuestra identidad.

Y para ello, Olmedillanas y Olmedillanos,

Debemos tener siempre presente como objetivo fundamental, el hacer todo lo posible para legar a nuestros descendientes aquello que con tanto esfuerzo y cariño nos han dejado todos los que anteriormente han hecho de Olmedilla no sólo un lugar para vivir, sino un espacio sentido y compartido.

El Paseo y sus moreras (símbolo de todo un pueblo), la Iglesia Parroquial del s. XVI o la Fuente contigua. La Plaza y su gran Olmo… Barrios, aldeas…

La identidad de un pueblo la construyen sus gentes, sus lugares, sus costumbres… Sus recuerdos.

Y esta identidad la hacemos nuestra día a día, reconociendo y recordando a nuestras gentes.

Conservando y disfrutando de nuestros lugares comunes.

Recuperando y potenciando nuestras costumbres.

Manteniendo vivos los recuerdos.

La Olmedilla de Alarcón que actualmente reconocemos y recorremos se construye desde los cimientos de esta necesaria identidad, del esfuerzo de sus gentes, de todos vosotros.

Y como no, este pueblo se construye también potenciando y desarrollando ese entorno natural privilegiado que la naturaleza y el progreso os ha concedido.

Ya decía San Bernardo en el s. XII:

“Encontrarás en los bosques más que en los libros: los árboles y las piedras te enseñarán cosas que no podrás aprender en los libros de ningún maestro”.

El hombre del siglo XXI ha aprendido que es imprescindible cuidar el planeta y que se puede disfrutar de la naturaleza sin agredirla.

Yo os animo a que sigáis cuidando y potenciando esta maravilla natural que os rodea. Porque en palabras de Plinio el joven, un político y escritor latino del siglo II:

“La tierra es benigna, mansa, indulgente y asidua servidora de todas nuestras necesidades. Con qué honradez nos devuelve multiplicado el caudal que le confiamos ¡Cuántas cosas produce para nuestro bien!

Pregono vuestras fiestas patronales y por tanto no puede terminar esté pregón sin mencionar a San Roque, ya que son en su honor.

San Roque, monje francés del siglo XIV es, según la Leyenda Dorada, abogado contra la peste que asoló toda Europa en ese siglo, ya que junto a su cuerpo muerto se encontró una inscripción en la que se leía:

“Se hace saber que toda persona amenazada de epidemia que se encomendase a San Roque, se librará por su intercesión de contraer la perniciosa enfermedad”.

Pero de él, destacaría sobre todo, su desprendimiento de los bienes y su ayuda a los demás, algo que creo que ha impreso el carácter de vuestras gentes, abiertas y generosas.

No os entretengo más.

Deseo de corazón que paséis unas felices y entrañables fiestas, y que sin dejar de ser vosotros mismos, no olvidéis, no olvidemos al otro, al distinto, al necesitado, al extranjero, y le abráis vuestro corazón y vuestro pueblo, como lo habéis hecho conmigo.

Ese debe ser el sentido de las fiestas patronales de San Roque.

Muchas gracias, por haberme regalado el honor de compartir estos momentos tan entrañables con vosotros.

VIVA SAN ROQUE!

VIVA OLMEDILLA DE ALARCÓN!!

 

PREGÓN FIESTAS DE RAÚL POVEDA

Fue allá por el año 1605 cuando estas tierras empiezan a ser famosas y conocidas en todo el mundo. Hace ya 400 años que el Ingenioso Hidalgo D. Quijote y su inseparable escudero Sancho no paran de cabalgar por estos suelos manchegos, cada vez mas llenos de polvo, y a fuerza de correr más desventuras que venturas han conseguido que La Mancha sea celebre y renombrada.

Por ella han hecho estos seres de dudosa ficción, mucho más que aquellas personas a las que por obligación correspondiera, pero esa es otra historia real y fuera de cuento, y de la que yo ahora no quiero acordarme. Y ese lugar de La Mancha cuyo nombre Cervantes no quiere recordar, bien pudo ser Olmedilla, pues bien reunía las condiciones para dar inicio a una novela de la época.

Aunque pensándolo mejor, si el manco de Lepanto hubiese conocido este pueblo, este lugar, lo recordaría de tal manera que habría tenido que cambia el inicio de tan insigne obra.

En esta comarca de pueblos menores, parece que solo se escriben también historias pequeñas.

Y en estos rincones llenos de nostalgia y tradición tiene más fuerza el recuerdo. Estos recuerdos que hoy más que nunca acuden a mí y me hacen añorar a un pueblo Olmedilla, en otro tiempo y con otras gentes:

Pero no nos dejemos invadir por el fatalismo y ese “aceptar el destino” tan propios de estos lugares.

Y si bien es cierto que entre pantanadas, señoríos y desinversiones,. La madre tierra tuvo que soportar una de las peores epidemias: la marcha de sus hijos, y contra la enfermedad de la emigración nada pudo hacer nuestro noble sanador San Roque.

No es menos cierto que algo parece estar cambiando y se empieza a ver otro horizonte: jóvenes que se quedan, que invierten y que se convierten en empresarios, que están creando riqueza y desarrollando esta comarca, pero que también saben disfrutar de ese vivir sin prisas ni aglomeraciones, de la convivencia entre sus gentes, de la tranquilidad, y que saben del placer del camino y de la palabra, eso es vivir hoy en un pueblo y estos son los auténticos Quijotes de nuestro tiempo.

Y de esta manera, aquellos que en otras épocas tuviera que marchar, cuando abandonan el vertiginoso transcurrir de su tiempo saben dónde acudir, donde refugiarse y regresan al Olmedilla de su alma.

Aquí recuperan la memoria, sus recuerdos y sus vidas, la nostalgia que mantienen siempre vivo el deseo de volver. Los paseos apacibles y reparadores con familiares y amigos, siempre la animada charla en la tienda, en el bar, tomando el fresco…

De esta convivencia surge un pueblo mejor desarrollado, con mejores condiciones y mas cuidados donde vivir tiene que ser más cómodo.

Ese es el gran reto: LA LUCHA POR LA RECUPERACIÓN, pero manteniendo nuestra identidad, que nos acerca mucho más a lo que Sancho Panza representa y que nos permite conservar nuestro carácter, nuestra esencia, nuestras creencias, nuestras tradiciones y nuestras fiestas.

Hay que recuperar ese espíritu de lucha por la defensa de la tierra, de lo rural, de los pueblos, de Olmedilla. Y entre todos lo vamos a conseguir.

VIVA EL PUEBLO DE OLMEDILLA Y VIVA SAN ROQUE.

 

MIGUEL ANGEL HERREROS, PREGONERO 2015

Buenas noches Olmedillanos, Gasqueños, forasteros y todos los que amáis este pueblo. Por si alguno no me conoce, me presento: me llamo Miguel Ángel y soy natural de Olmedilla, con raíces de Gascas por parte de mis padres y abuelos. Me gustaría dar las gracias a la Sra. Alcaldesa por haberme concedido el honor de ser vuestro pregonero de ese año. Lo primero que sentí cuando me lo ofreció fue un inmenso orgullo por perder representaros y contaros a todos los que este pueblo significa para mí. Lo siguiente que recuerdo es el miedo que me daba, ya que imaginé que no sería fácil subir aquí (y os prometo que no es fácil). Tras estas primeras sensaciones, pensé que sería difícil contar algo que mis paisanos no supieran de este pueblo y esta tierra, por lo que decidí que en vez de soltar un discurso enorme os explicaría lo que significa para mí este pueblo. Este pueblo es mi infancia, mi adolescencia, mi madurez y espero que sea mi vejez. Durante mi infancia y mi juventud, el vivir cada día era lo que esta tierra nos ofrecía: el trabajo en la viña, la cosecha, la trilla, la paja (recuerdo como picaba en el cuello); todo era trabajar, incluso sábados y domingos.

El único aliciente era esperar la llegada de las fiestas de San Roque. ¡Qué maravillosos días! Recuerdo que por las noches después de cenar bajábamos al chopo para ver si venía alguna moza con el cántaro de agua, y aunque algún cántaro se rompía, nadie se fijaba en ellos. A todos se nos caía la baba viendo a las mozas y más si se agachaban a recoger los trozos. Merecía la pena frecuentar el chopo: no teníamos ni cine, ni revistas, ni móviles con whatsapp de esos de los que los chavales no se despegan. Seguro que más de uno de los que ahora me escuchan podría contar las mismas anécdotas. Pero si algo marcó mi infancia y mi juventud fueron las mujeres. Permitirme que traiga a mi discurso en forma de homenaje a todas esas mujeres Olmedillanas y gasqueñas de las que guardo un recuerdo maravilloso. Ellas eran trabajadoras, sacrificadas, luchadoras incansables en sus hogares, en el campo, como madres, como esposas… En fin, no tengo palabras para expresar todo lo que hicieron por este pueblo. Para terminar (os dije que iba a ser breve), quiero agradecer y honrar a algunas personas aquí presentes y otras que ya no están con nosotros, las cuales, por su labor y buena voluntad, han hecho de este pueblo un lugar del que nos podemos sentir orgullosos.

¡DISFRUTAD ESTOS DÍAS PORQUE SON NUESTRAS FIESTAS! Muchas gracias a todos por vuestra paciencia. ¡VIVA SAN ROQUE! ¡VIVA OLMEDILLA!

 

PREGÓN DE D. LUIS MARTINEZ LORENTE (1995)

Siempre es reconfortante saludar a viejos amigos, y más en el ambiente cálido de la fiesta, cuando todo se expande y se agranda y Olmedilla ya no es sólo Olmedilla, sino Olmedilla y los que se fueron y han vuelto, Olmedilla y los visitantes, y, sobre todo, Olmedilla y su memoria. Se nos ha dicho de múltiples maneras que la memoria es la base del futuro, que no se puede caminar si se han perdido las identidades. Que no hay meta posible si previamente no ha habido un punto de partida.

Y de esta memoria es de lo que quiero hablar esta noche. Hacer ver como una entidad, por pequeña que sea, tiene su propia historia; y como el paso del tiempo no borra todas las cosas, porque nada se pierde definitivamente, o muy pocas cosas se pierden para siempre. Las excavaciones arqueológicas dirigidas por Marta Sierra nos aportan los datos de una población ibérica que buscaba los asentamientos en colinas y cerca del agua, vital como siempre. La necrópolis detectada po Losada Jiménez nos lo indica. Tenían una cultura bastante elaborada que se pierde con la romanización. Nos cuenta el historiador romano Suetonio que los populí sucronenses, los pueblos del Júcar, se resistieron mucho al sometimiento a Roma. Entre esos núcleos podría encontrarse Olmedilla, que al ser dominada, entraría a forma parte de la zona influenciada por Barchín y Valeria. Numerosas lápidas romanas de estos lugares y de esta época fueron estudiadas en el siglo dieciocho por el bonachero erudito padre Burriel.

Ningún documento escrito nos habla de épocas posteriores. Sufriría, como todos los núcleos, los efectos de la despoblación, languideciendo bajo el dominio visigodo y el posterior árabe, en la circunscripción de Santaver.

Unos hechos decisivos vendrían a cambiar el rumbo de este territorio en el s.XII. Alfonso VIII reemprende con energía la tarea de la reconquista y logra tomar la ciudad de Cuenca en 1177. El avance se extiende hasta las tierras de la Mancha y, tras un prolongado asedio, Hernán Martínez de Cevallos escala los muros de la fortaleza de Alarcón con dos dagas vizcaínas en 1184. A esta fortaleza se le anexionan todas las tierras de la Mancha conquense y la mitad de la actual provincia de Albacete; Olmedilla, como es lógico, entre ellas. Se da la circunstancia de que el rey Alfonso VIII se había cansado con Leonor Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, los personajes de aquella importante película de años pasado llamda “El León en Invierno”, tan magistralmente interpretada por Peter O´Toole y Catherine Hepburn. De Leonor de Aquitania heredó la otra Leonor, esposa de Alfonso VIII, el ducado de Gascuña, en el suroeste de Francia. Ya hemos indicado que nuestro territorio se encontraba débilmente poblado. Por esta razón, de aquel ducado francés, Gascuña, debió traer la reina pobladores que se asentaron en la ribera del Júcar, sobre otros poblados romanos anteriores, fundando Gascas, y extendiéndose también por el territorio colindante. Vaya ahora desde aquí, puesto que hablamos de los orígenes, nuestro homenaje aquel pueblo sacrificado por el embalse y que ahora muestra sus restos como muñones o cicatrices- mejor, heridas profundas- sobre los que desarrollaron su vida varios de vuestros convecinos y amigos nuestros.

Siempre en el camino valenciano, como se denominó, o en el camino de Valencia a Toledo, y posteriormente a Madrid, Olmedilla vio pasar por aquella polvorienta vía los hombres y los tiempo. Era una de las puertas de Alarcón. Por esta razón, cuando los Ruiz de Alarcón, descendientes del conquistador de la villa, establecieron el mayorazgo de Valverde, los circunstanciales dueños de la fortaleza no permitieron que se separara de su dominio, como Buenache y Hontecillas en el mismo camino. Pero, ¿qué imagen tendría en aquella época?; ¿Qué recinto defensivo o que castillo o torre pudo tener?; ¿Qué iglesia tendría? De entre las tapias terrosas emergería la elemental construcción románica, similar a las varias iglesias que se hicieron en aquella época de repoblación O posiblemente ocupaba el mismo espacio que ocupa la actual, el monumento más significativo, testigo de buena parte de su historia. Y no precisamente testigo mudo. Hasta ahora no tenemos documentos escritos sobre la construcción de la iglesia, pero si tenemos las piedras, la forma y las pinturas. Cuando entramos en la iglesia, lo primero que encontramos es una columna toscana que sostiene el coro. Adosado al capitel hay un escudo que tiene bandas, armiños y calderos. En Alarcón, en la fachada renacentista del Museo Ourvanzoft o Palacio de los Castañeda, está el mismo escudo dos veces repetido. Todo se aclara mas cuando en la iglesia de Santa María, en la capilla donde se encuentra la pila bautismal, frente a la puerta principal, hay una inscripción que dice: “Bandas, armiños y calderos blasón de los Castañeda”. Efectivamente, esta familia es la que debió patrocinar esta iglesia de Olmedilla. Tenían el mayorazgo de Alarcón por ser descendientes de la segunda mujer del segundo marqués de Villena, don Diego López Pacheco.

De esta familia era el sacerdote Andrés de Castañeda, visitador de las obras del obispado de Cuenca en La Mancha. Los informes que realiza de sus visitas son técnicamente muy completos y revelan una gran formación humanística, probablemente adquirida en la corte principesca que los marqueses de Villena establecieron en Escalona, de cuya villa eran también duques. Paso obligado para esta formación era el consabido viaje a Italia, donde se imbuían del espíritu artístico y humanístico de la época. Una nota que revela este espíritu romano es el haber dedicado a la iglesia de Olmedilla conjuntamente a San Pedro y San Pablo, único caso en toda la diócesis.

La cabecera de la iglesia es un octógono abierto. Esta forma geométrica lleva una importante carga simbólica. El octógono venia a significar la totalidad, la suma de dos cuadrados, la unión del cielo y la tierra: el espacio donde Dios habita. El octógono abierto hacia la nave tiene el efecto de integrar al que entra en el recinto de la divinidad.

Las pinturas que nos encontramos a izquierda y derecha del altar nos están dando otro tipo de mensajes. A la izquierda siempre estuvo la capilla de la Virgen del Rosario. La fiesta del Rosario fue establecida a partir de la batalla de Lepanto, año 1.571. Debía estar muy en la memoria este acontecimiento cuando se construyo la iglesia. Sobre el arco de la capilla pintaron tres medallones, el central con el arcángel San Miguel, como defensor de la Iglesia, el de la izquierda como Santo Domingo de Guzmán, como propagador del Rosario, y de la derecha, probablemente con Simón de Monfort como símbolo de la lucha contra las herejías.

Las pinturas de la derecha son más complejas. Sobre la ventana, en la bóveda, queda un fragmento de una cruz de la Orden Trinitaria, parte integrante de un programa que ocuparía todo el techo de ese tramo de la iglesia y que una desafortunada intervención hizo desaparecer. Otros tres medallones ocupan este espacio. Los de abajo corresponden a San Félix de Valois y a San Juan de Mata, fundadores de la Orden Trinitaria, que tenía como misión el rescatar cautivos cristianos de tierra de moros. El medallón del centro debe corresponder a San Mariano, diacono y mártir de Roma, cuya reliquia se encontraba en una urna en el altar, bajo la ventana. ¿Quién trajo aquí tal reliquia? A finales del siglo dieciséis era escribano de Alarcón Pedro Monteagudo, casado con Juana Jimenez, ricos terratenientes en estos términos. Tuvieron un hijo llamado fray Martín de la Asunción que fue general de la Orden de Trinitarios descalzos. Según dice Mateo López en “Las Memoria Históricas de Cuenca y su Obispado”, le aseguraron que este fraile era natural de Olmedilla de Alarcón. Trajo de Roma el cuerpo de San Mariano y lo entregó a las parroquias de la Trinidad de Alarcón y de Olmedilla por las obligaciones que tenia con dichas parroquias. Hizo la donación judicialmente a través de su secretario, fray Jerónimo de San José, el 3 de Marzo de 1653.

El pasado y el presente de Olmedilla han estado y están bajo el cobijo de San Roque, aquel santo del Languedoc, peregrino y ulcerado, enterrado en Montpellier y a cuyo sepulcro se acercaban las gentes buscando la sanación. Su cuerpo fue paseado en procesión por el Véneto para librarlo de la terrible peste que lo azotó en el siglo quince. Y en Venecia se quedaron sus restos para siempre, en la bella ciudad de los canales, en la monumental iglesia de San Rocco. Corrió su fama a partir de aquella intervención y la devoción a San Roque creció en todo el mundo cristiano. De estos momentos podría partir la presencia de San Roque en Olmedilla.

Pero no todo va a ser mirar atrás y hurgar en la memoria. El futuro es siempre algo que no se puede atrapar, pero que queremos que sea feliz, bello que respire paz. Es lo que habéis querido simbolizar con la elección de esta reina y su corte de honor. Ellas son el futuro que llega cargado de belleza. Ellas son la promesa feliz, la intriga de la espera, la decisión en el paso, la gracia porque si, el aire y el donaire. Por eso, a partir de aquí la alegría de la fiesta puede romper dichosa. En nuestro firmamento particular hay tres nuevas estrellas rutilantes, que iluminarán nuestra noche hasta hacerla más clara que el propio día. Como buenas discípulas de San Roque ellas son las que en estos días, reinando en la fiesta, pondrán el bálsamo de su gentileza festiva en las muchas heridas que va dejando el que hacer de todos los días.

 

PREGÓN DE MARIA DOLORESREILLO 2014.

¡Buenas noches a todos!

La mayoría de los que estáis aquí, si no todos, ya me conocéis y os preguntareis que hago yo dando el pregón de fiestas de este año. Yo, que no salgo en la tele, no represento ninguna institución, por no tener cargos ¡no los tengo ni en mi comunidad de vecinos! Pues bien, dos son los motivos por los que la corporación me ha propuesto para presentar este acto. El primero porque “En este lugar de la mancha cuyo nombre no puedo olvidar, hace hoy 25 años se hizo por primera vez el acto que da comienzo a las fiestas y que pronto tendrán ocasión de presenciar, LA CORONACION DE REINA Y DAMAS.”

En aquella ocasión tuve el honor de participar junto a dos de mis amigas, Montse y Maria José. En este bonito acto que desde entonces se celebra cada año; nosotras no tuvimos guapos acompañantes, ni flores, ni corona… teníamos alegría e ilusión ¡que es mucho! Y una caterva de amigos que esperaban ansiosos para comenzar las fiestas con un delicioso SAN ROQUILLO hecho en el casino por nuestros más virtuosos cocteleros, Ricarderas, Javi, Juan Martin, Rafa y Alfredín entre otros y la inestimable ayuda de Ángel o Valentín que los aguantaban con santa paciencia y a quienes recordamos con mucho cariño.

25 años después son las hijas de mis amigos, las que con la misma ilusión que nosotras entonces protagonizaran este acto que seguro será de su agrado.

El segundo motivo fue que querían a alguien cercano, conocido, que supiera del pueblo, su gente y su historia más cercana; La otra historia la conocimos con el prego del año pasado. Yo no he buscado en libro ni en internet, solo he necesitado parar una rato, echar la vista atrás y sacar a la luz tantos recuerdos que me acompañan y que seguro compartiréis muchos de vosotros.

Empezare por deciros lo que significa para mí tener un pueblo.

Es tener un punto de partida muy concreto, tener un sito donde eres alguien, en Madrid donde vivo, para mis vecinos soy la vecina del portal 1, en mi trabajo Lola “departamento tal, extensión cual” y aquí soy la nieta de…, La hija de…, la mujer de…, la madre de…, la nuera de…, todo depende de para quien.

Es un bien que se va heredando ¡sin tener que pagar impuesto de sucesiones! Y que se puede compartir, era el pueblo de mis abuelos, de mis padres, mío y ahora también de mis hijos.

Es un sitio donde todos somos únicos y conocidos para los demás, de ahí que digamos la Rosa, la Tere, la María. Es como dice la letra de una canción, mi patria, mi bandera, mi segunda piel, el lugar donde quiero volver y donde siempre encuentro mi sitio.

A este pueblo le debo todo porque aquí llegó mi padre hace 50 años y aquí decidió quedarse y formar una familia cuando conoció a mi madre. Primero, como todos los que llegan de fuera, fue Paco el de la Loli, pero pronto fue Paco, un vecino más.

Le debo también la familia que he formado yo tiempo después, ¡gracias Antonia y Florentino! Por la parte que os toca.

Aquí nací y aquí tengo los imborrables recuerdos de mi niñez. Los primeros se centran en la casa y la calle de mi abuelos, de ver a mi abuelo despachando vino o pienso, a las vecinas ir a por agua de pozo. El porche siempre estaba abierto, con solo decir ¡Leandraaaa! Mi abuela ya sabría si era la Crescencia, la Petra, la María, la Ovidia, ¡Daba igual…! A casa de estos mismos vecinos me mandaba mi abuelo llamar las tardes de toros, me decía: ¡Lolín dile a los vecinos que hay toros! Y venían a casa a verlos, yo no tenía más de 4 o 5 años. Los recuerdos después sentados a la sombra de los enormes chopos que había en la puerta y que era la primera imagen cuando se entraba al pueblo, vinieses de donde vinieses. Allí se detenían lo que pasaban a las huertas, la Paz y Perico, la Pilar y Antonio, la Eugenia… ¡Cuantas veces mi hermano y yo cruzábamos a ver sacar agua de la noria de la Eugenia…!

Mi torpe caminar de la mano de mi abuela, mi madre o mis tías por las calles, entonces sin asfaltar, dieron paso a los correteos y saltos de cuneta en cuneta yendo cada vez mas lejos de mi casa hasta llegar al chopo o a la puerta de la iglesia, son su muro encalado. Desde allí se veía un continuo trasiego de gente sobre todo en primavera y verano al atardecer.

Las mozas con botijos y cantaros a por agua a la fuente, los hombres a dar de beber a los arres en el pilón, otros a regar las huertas y siempre inolvidable la estampa de las mujeres con barreños de ropa recién lavada en el arroyo con sus losas, su jabón de sosa hecho en casa. Mujeres cuya primera faena del día era regar y barrer la puerta, atender a los animales, la casa… Por la tarde iban a la huerta o salían a la puerta a coser aprovechando la luz del día. Vaya un homenaje a todas esas mujeres que trabajaban sin descanso y que han sido pilar fundamental de nuestra sociedad y también a los hombres, que son la otra mitad del cielo y que igualmente han trabajaban de sol a sol. Al anochecer, un merecido descanso al fresco con los vecinos daba por terminada una dura jornada. Todo el que se acuerde de esto ¡Me da que no cumple ya los cuarenta! Y a los que todavía los 40 les quedan lejos que hablen con sus padres o abuelos y les cuenten, además es un buen tratamiento que a este paso tendrán que prescribir los médicos, ¡oír sin cascos y mantener quieto los pulgares cada 6 horas! Sin efectos secundarios, si necesitas receta podéis hablar con Yoli.

Aquí tuve mi primera escuela, ¡qué tiempos!. En invierno llevábamos cada uno un pinocho y un tarugo de leña para la estufa, contribuíamos todos por el bien común y la maestra de turno lo gestionaba y administraba con éxito, ¡nunca pasábamos frio, lástima que terminase jubilada como maestra de escuela, le hubiese ido mejor como ministra de economía y hacienda y a nosotros también!.Como no hacer referencia al invento del semáforo de cartulina para saber cuándo se podía salir al terraplén para… bueno ya sabes ¿verdad? ¡Era para haberlo patentado!

Lógicamente tuve aquí mis primeros amigos, jugábamos al bote las noches de verano entre las puertas de Rogelio, Picharra y Elias, íbamos al presón de aventuras, al cerro de la cruz a contar los coches que pasaban, a la huerta nueva, a la balsa que llenaba de agua fresca el incesante chorro de su fuente, a las cuevas del salitre en jueves lardero, de excursión por la Serrata, al pantano o al telégrafo a ver el paisaje desde lo alto, fugábamos en la cooperativa, que parecía un sitio fantasma que como el Ave Fenix resurgía de sus cenizas en la época de vendimia.

Crecimos e hicimos nuestras discotecas, con escaso presupuesto, unos cuantos discos, unos posters del discoplay y las ganas de pasarlo bien. El liansanpó, el oasis, mi casa, el kks, el jardín de Juanma… Todos esos sitios albergaron nuestros encuentros adolescentes, compartimos momentos de todos pero sobre todo divertidos, aprendimos a perdonar y a pedir perdón cuando surgía algún roce, a saber que los amigos no tiene precio, que nadie es más que otro pero si es menos sin el otro y eso cuando somos pocos conviene no olvidarlo. Aprendimos a vivir y a convivir.

Son muchos los recuerdos ¡no es por los años, es porque tengo buena memoria…! Y mucho lo que agradezco a vecinos y amigos por todo lo que me han aportado en el pasado, en el presente y espero en el futuro.

De corazón un recuerdo muy especial para los que ya no están aquí unos se han ido ya mayores, otros no tanto y otros lamentablemente cuando empezaban a asomarse a la vida con la intención de comérsela a mordiscos, todos ellos aunque no de la forma que nos gustaría, siguen entre nosotros porque con su presencia marcaron nuestras vidas para siempre. Ahora son los hijos de mis amigos, mis hijos, los vuestros lo que con su correteo, sus voces, sus risas, las sintonías de sus móviles, sus constantes avisos de washapp, sus músicas… llenan cada calle y rincón de este pueblo que también es el suyo. Desde el barrio de arriba hasta el paseo, de las escuelas a las cuatro esquinas, de la plaza a la placeta lo recorren una y otra vez como nosotros lo hicimos y ¡Qué gusto que sea así!

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, no lo creo, lo que pasa es que teníamos menos años, los tiempos y las cosas cambian y hay que adaptarse a ello. Aquí sin ir más lejos donde había un pilón hay un chiringuito, donde estaba el chopo una fuente, donde girasoles de ricas pipas, instalaciones deportivas, en lugar de huertos, un parque y unas pistas de petanca, donde pasan buenos ratos nuestros mayores, ¡qué bien merecido lo tienen! Donde había un pueblo del que la gente se marcho buscando una calidad de vida que aquí no tenia, hay ahora un pueblo que nos da una vida de calidad que tanto echamos de menos los que como yo, vivimos en grandes ciudades.

Pese a todo hay cosas que no cambian, como el motivo que nos reúne cada año en estas fechas, la CELEBRACION DE NUESTRAS FIESTAS PATRONALES EN HONOR A SAN ROQUE.

Este año que la gastronomía hace furor en todas partes, ya hemos visto en el libro de fiestas, aquí no iba a ser menos. La gastronomía es color, olor y sabor y os animo a que vengáis a lo largo de todo el año para disfrutar de los frutos de temporada, porque cada estación se ve, huele y sabe diferente, ¡probadlo, seguro que no os arrepentiréis!

Pero hoy con los ingredientes que ha dispuesto la corporación, música, deportes, toros, misas, procesiones, etc… coged los que queráis, aliñadlos a vuestro gusto y disfrutad de estas fiestas degustándolas de principio a fin, sin que se os atraganten e incumpliendo por una vez las normas de buen gusto, hablad con la boca llena para decir… ¡¡¡VIVA OLMEDILLA!!!

¡¡¡VIVA SAN ROQUE!!!

 

PREGÓN 2013. MARTA SIERRA DELAGE.

Va surgiendo entre luces y sombras el municipio que hoy conocemos como Olmedilla de Alarcón. Es un surgir que no cesa pero que a veces permanece mudo, callado, como es el caso de su iglesia de la que ya tenemos noticias en época de repoblación, en el siglo XIV por un documento conservado en la Biblioteca Nacional que habla de su actividad parroquial, pero que no fue más allá hasta que vuelve a aparecer como hoy la conocemos, aunque también su espadaña nos cuenta sus orígenes en su estructura airosa.

Las piedras cuentan, dicen cosas si las escucha. De igual manera son los sillares en el cerro Torre, los que nos hablan donde hubo un poblamiento por gentes de cultura conocida como ibérica, que habitaron el lugar cercano al rio Júcar, desde la protohistoria.

Son al menos dos los testigos que han presenciado y conservan en sus muros la historia del municipio. Ambos importantes por ser la obra de aquellos habitantes en aquel tiempo y lugar.

El más antiguo el poblado, en estrecha relación con el resto del poblamiento de igual cultura de la Manchuela Conquense; estos pueblos ibéricos de la meseta sur, vivían en cerros, con comunicación visual, próximos al agua, poseían una perfecta organización y recursos que suponían un avance en su desarrollo, con respecto a la anterior cultura del Bronce. El hierro formaba parte de su industria.

La extracción del hierro se efectuaba en la cercana Sierra del Monje en minas a cielo abierto, lugares como la Mina de Mata del Caballo, en Barchín, donde se aprecian los restos de la minería como en la de Santa Quiteria en Tébar, los dos únicos lugares a una y otra ribera del Júcar donde el mapa geológico de la comarca señala la presencia de este mineral.

Esto suponía una comunicación real, una red de caminos ibéricos para el transporte de la materia prima que les permitía la ejecución de útiles tanto para la agricultura como la construcción; junto a esta actividad el conocimiento del torno para conseguir de los barros cacharros cerámicos les hacia dedicarse a estas actividades la plena jornada, por lo que otros ejecutaban otras labores como el textil, dándose así una división de las tareas: la molienda con la recolección del trigo, los alfares, los hornos para el trabajo de la reducción del hierro y la forja.

Este aprovechamiento de los recursos naturales obliga a sus pobladores a moverse a tener esa red de caminos que conocemos desde el siglo VI a.C. hasta la dominación romana en el siglo I documentada con el plomo de Barchin, una maldición.

Las investigaciones arqueológicos desarrollados en Fuente de la Mota y sus prospecciones nos han mostrado lo que más arriba hemos afirmado, poblamiento de un grupo que trabaja la minería a cielo abierto y desarrolla su industria en un lugar fuertemente amurallado, defensa y símbolo de identidad al diferenciarse de los otros; murallas que existen igualmente en el cerro Torre, testigo de la historia, a cuyo lado se encontraba la necrópolis, hoy prácticamente inexistente, de donde las excavaciones de 1966 nos brindaron una pequeña figura en cerámica de una perdiz, un silbato para el reclamo de la caza, donde el fingido grito de la hembra movía al macho y este con sus pitidos atraía a las hembras.

El fantástico poblamiento que mira cara al Júcar besando sus aguas es hoy en día un replante de pinos no crecidos, donde las maquinas dejaron fuera restos de una cultura que al menos se conserva en los terrenos que todavía quedan fuera de la verja que cerca el lugar.

Con el paso del tiempo, el ir y venir de los caminos ibéricos, fueron calzadas romanas.

Por los mismos senderos cedió la hegemonía del mundo ibérico de Fuente de la Mota a la romana Valeria.

La perdida de Valeria en su papel predominante en la comarca, la caída del reino visigodo, la posterior invasión musulmana, hizo que Alarcón y su fortaleza cobraran protagonismo a lo largo de la Edad Media. En 1184 Hernán Martínez de Cevallos capitán a las órdenes del rey Alfonso VIII, lograba conquistar Alarcón a la dominación musulmana, entregando diez años más tarde la fortaleza al Maestre de la Orden de Santiago, de cuyo recuerdo nos queda en pie un muro del antiguo hospital (1202) para peregrinos.

El inicio de la reconquista y repoblación consiguiente de las tierras de la meseta, en lo que nos concierne como Manchuela va a significar el comienzo de la gran mayoría de los pueblos actuales, que renacían de antiguos poblamientos.

A partir de entonces, Alarcón tomó la primacía en la Manchuela, consiguiendo su fuero propio en 1186, resultando un señorío con alfoz de inmenso territorio, formado por aldeas y lugares que en trascurso de la historia cobraron su propia identidad en los procesos de villazgos; el padre Burriel dice que su término constaba de 63 aldeas entre las que se incluían la de Olmedilla, que queda unida a la historia y desarrollo del Señorío de Alarcón a tenor de la repoblación, es decir la concesión por el rey de privilegios en el orden social y económico a los lugares incorporados.

Sabemos que en el año 1297 la Villa de Alarcón es concedida al Infante D.Juan Manuel y con ella sus aldeas y lugares por el rey. Pero será a partir del año 1300 cuando en la zona comienzan los Procesos de Villazgo, la pugna de las aldeas o lugares, por conseguir el Privilegio de Villa con lo que ello implicaba en el aspecto político y económico, al conseguir el derecho a tener jurisdicción propia sobre su término municipal nombrando directamente a los Oficios Públicos. No es el caso para Olmedilla que tendrá que esperar aún algunos siglos. La creación del Marquesado de Villena, absorbiendo el Señorío, nos pone en escena la figura de los Pacheco que en su enfrentamiento con los Reyes Católicos por el apoyo de Juana la hija de Enrique IV y hermano de la reina Isabel, para conseguir la corona de Castilla, fueron los perdedores en 1474-1479, periodo de la guerra civil castellana.

Cuando el 1 de marzo de 1480, se sometió Diego López Pacheco a la obediencia de Isabel, el señorío de Alarcón quedó reducido, según diversos autores, entre aldeas y villas, a: Olmedilla de Alarcón, Gascas, Honrubia, Torrubia del Castillo, La Almarcha, La Hinojosa, Zafra, Castillo de Garciamuñoz, Pinarejo, Atalaya, Tébar, El Picazo, Rubielos Altos, Valhermoso y Valverdejo.

Es en estos momentos cuando Alarcón y sus aldeas vivieron su mayor periodo de esplendor. Sufrieron construcciones nuevas, iglesias por doquier, testigos de la vida social d sus pueblos. Sobre la iglesia de La Olmedilla hay anotaciones en el Archivo Diocesano de Cuenca en el siglo XVI, cuando se inician los trámites reflejándose su vinculación a los Castañeda en el escudo que campea sobre una columna a la entrada, proveniente del matrimonio de Diego Pacheco en segundas nupcias con la hija de este apellido. Alguno de sus descendientes Andrés de Castañeda, fue visitador, y Fray Martin de la Asuncion de la Orden Trinitaria que se dedicaban al rescate de cautivos.

Bonanza que no duró mucho, cuando el rey Felipe IV, agobiado por las deudas contraídas y para hacer frente a los gastos que ocasionan las continuas guerras de Europa, para lo que no le alcanzaban los recursos de las Indias, recurre a diversas soluciones para recaudar dinero.

Una de ellas fue la venta de cargos públicos y otra la enajenación de impuestos y propiedades reales.

Entre estas últimas se produce la de numerosos cargos de regidores y alguaciles mayores que pasan a ser vitalicios y hereditarios y la venta de las alcabalas o pago que hacían diferentes villas. Comentan los investigadores que el 15 de enero de 1634, el duque de Escalona, marques de Villena y Moya, compra al rey Felipe IV las alcabalas de villa de Alarcón incluye los lugares de Tébar, Picazo, Rubielos (Altos), Valhermoso, Olmedilla, Gascas, Atalaya, Cañada Juncosa, Hinojosa y Montalbanejo.

Seria en estas fechas cuando Olmedilla de Alarcón recibiera el titulo de Villa en el tramo de 1629 a 1632, y también el Marques recaude las alcabalas de los lugares y aldeas, designando al Corregidor de Alarcón como juez para todo tipo de pleitos que se suscitan en las poblaciones de su partido. Es el momento en que aparece Olmedilla como posada en las paradas del Camino Real de Madrid a Valencia.

Nuestro otro testigo la iglesia, templo de una nave con espadaña. En cuyo lateral izquierdo se ve la imagen del Santo Niño, imagen muy venerada en la zona, un escudo el de los CASTAÑEDA, Mayorazgo de Alarcón, a la entrada sobre una única columna, y a ambos lados del altar mayor murales donde se representa la T de trinitarios y la batalla de Lepanto, cuyo temática se toma del retablo de Santa.

María de Alarcón. En Santa María la frente a la pila bautismal a la izquierda escrito bajo un arcosolio figura la mención a los Castañeda, señores con palacio en el mismo Alarcón y en Belmonte,

Devoción a la virgen del Rosario, a cuya memoria se le dedica un recuerdo en uno de los Manuscritos del siglo XVII que custodia el Ayuntamiento.

Aquí encontramos la cita de dos cofradías importantes de la época. La primera consolidó en sus Ordenanzas la fiesta del Santo Niño. En 1657 el DULCE NOMBRE DE JESÚS que se celebraba el 8 de enero, fecha en la que se vestían de soldados y los mayordomos cobraban a los cofrades y estos pagaban a los músicos que venían el dia de la fiesta, tocando la dulzaina y la caja.

Y corrían con los gastos si moría alguno de ellos. El padre Alonso Antonio de San Martin aprobó las Ordenanzas. Es de 1670 la Cofradía del Santísimo Sacramento donde se admite por vez primera a las mujeres, tras revocar un Decreto del Comisario del Santo Oficio y párroco de la Trinidad de Alarcón y también de Olmedilla que no las admitió.

Pero volviendo a nuestra iglesia, en la parte derecha está la imagen de SAN ROQUE con el perro dándole el pan. Su onomástica es el 16 de agosto, (Montpellier, 1295-id., 1327) cuyo día hoy celebramos. Fue a partir del siglo XV cuando se extendió su culto por toda Europa, invocándosele contra la peste y las enfermedades infecciosas.

Numerosas leyendas circularon sobre él. Parece ser que realizó muchas peregrinaciones, especialmente a Roma, y durante su caminar cuidaba de los apestados.

Luego en el siglo XIX El Diccionario Geográfico de Madoz nos habla de Olmedilla de Alarcón y de Gascas, pueblo que en el siglo XX cubre el pantano de Alarcón y que tan solo los años de seguía nos deja pasearnos por sus restos pétreos.

Olmedilla tiene un patrimonio material, documental e inmaterial, lo que habla de su historia. Y nosotros celebramos las fiestas patronales de San Roque 2013 con igual ritual año tras año, símbolo de identidad del pueblo, Una reina, una corte, una procesión…, unas andas subastadas, miramos el futuro pero no perdemos nuestro ser, la pertenencia a un lugar que la historia a través del tiempo ha ido forjando.

Viva San Roque, el patrón, y viva la villa de Olmedilla de Alarcón.

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